lunes, 3 de mayo de 2010

COMO EL HOMBRE PIENSA

Extraído del libro de James Allen

Los pensamientos en la mente nos hacen lo que somos Nos forjan y modelan. Si albergas en tu mente pensamientos inferiores, el dolor te seguirá como sigue el arado al buey . . . Si en cambio tus pensamientos son elevados, te seguirá la dicha como tu propia sombra, es un hecho. PENSAMIENTOS Y PROPÓSITO Hasta que el pensamiento no esté acompañado de un propósito no habrá logro inteligente alguno. La mayoría permite que sus pensamientos naveguen sin rumbo y a la deriva por el océano de la vida. Tal falta de propósito es un vicio, y no ha de permitirla aquel que quiere estar a salvo de la catástrofe y la destrucción. Quien no tiene un propósito central en su vida cae presa fácil de preocupaciones banales, miedos, problemas, y auto-compasión, y así se dirige, tan seguro como si lo buscara con intención (aunque por un camino distinto), al fracaso, la infelicidad, la pérdida de lo querido, porque la debilidad no puede perdurar en un universo de poder.

El hombre debe concebir un propósito legítimo en su corazón, y luchar por alcanzarlo. Debe hacer de este propósito el centro de sus pensamientos. Puede tomar forma de un ideal espiritual, o puede ser un objeto terrenal, de acuerdo con su naturaleza y los tiempos; pero cualquiera sea, debe firmemente enfocar la fuerza de sus pensamientos hacia el objetivo que tiene ante él. Debe hacer de este propósito su tarea suprema, y debe dedicarse por completo a conseguirlo, evitando que sus pensamientos divaguen en caprichos, antojos y fantasías, este es el camino real del dominio de sí mismo y la verdadera concentración del pensamiento.

Aún si falla una y otra vez en alcanzar su propósito (como tiene que suceder hasta que venza su debilidad), la fuerza de carácter ganado será la verdadera medida de su poder y su conquista, y formará un nuevo punto de partida para la victoria y el poder futuros. Quienes no están preparados para un propósito grandioso, deberán fijar sus pensamientos en ejecutar sin faltas su asignación, no importa qué insignificante pueda parecer. Sólo de esta manera pueden los pensamientos ser concentrados y enfocados, y la energía y la resolución pueden desarrollarse, y una vez logrado esto, no habrá nada que no se pueda lograr. El alma más débil, conocedora de su debilidad, y creyendo esta verdad - que el poder sólo puede ser desarrollado con esfuerzo y práctica, podrá aplicarla en sí misma, y añadiendo esfuerzo al esfuerzo, paciencia a la paciencia, y fuerza a la fuerza nunca dejará de crecer, y al final crecerá con fuerza divina. Así como el hombre físicamente débil puede fortalecerse mediante un cuidadoso y paciente ejercicio, así el hombre de pensamientos débiles puede convertirlos en poderosos ejercitándose a sí mismo en el pensar correcto.

Eliminar la falta de propósito y la debilidad, y empezar a pensar con propósito, es ascender al rango de aquellos que sólo reconocen el fracaso como uno de los caminos al éxito; quienes hacen que las circunstancias les sirvan, y quienes piensan con fortaleza, se lanzan con fiereza, y vencen con maestría. Habiendo concebido su propósito, el hombre debe marcar mentalmente una línea recta que lo lleve a su objetivo, sin mirar a la derecha ni a la izquierda. La duda y el miedo deben excluirse rigurosamente; son elementos que desintegran, que rompen la línea recta del esfuerzo, y la desvían, son inútiles, ineficaces. Los pensamientos de duda y temor nunca han logrado una meta, y nunca podrán. Siempre conducen al fracaso.

El propósito, la energía, el poder, y los pensamientos enérgicos se detienen cuando la duda y el temor se arrastran entre ellos. La decisión y el propósito emanan de saber lo que podemos hacer. La duda y el miedo son los grandes enemigos del conocimiento, y aquel que los aliente, y no los elimine, encontrará la frustración a cada paso. Aquel que haya conquistado la duda y el miedo ha conquistado al fracaso. Cada uno de sus pensamientos está aliado al poder, y las dificultades son valientemente enfrentadas y derrotadas con sabiduría. Sus propósitos son sembrados oportunamente, y florecen y producen frutos que caerán de tan maduros. El pensamiento aliado fuertemente al propósito se convierte en una fuerza creativa; aquel que comprenda esto está listo para transformarse en un ser superior y más fuerte que un simple atado de pensamientos vacilantes y sensaciones cambiantes. Quien logre esto se habrá convertido en al amo consciente e inteligente de sus poderes mentales.

EL FACTOR PENSAMIENTO EN EL ÉXITO

Todo lo que el hombre logra y todo en lo que falla es resultado directo de sus pensamientos. En un universo gobernado con justicia, en el que la falta de equidad significaría la destrucción total, la responsabilidad individual ha de ser absoluta. La debilidad y fortaleza de un hombre, su pureza e impureza, son suyas, y de nadie más; son labradas por él mismo, y no por otro, y pueden ser alteradas sólo por él, nunca por otro. Su condición es también suya y de nadie más. Su sufrimiento y su felicidad emanan de adentro.

Como él piense, así es él; como siga pensando, así seguirá siendo. Un hombre fuerte no puede ayudar a uno débil a menos que el débil desee ser ayudado, más aún, el débil ha de hacerse fuerte por sí mismo; debe, con su propio esfuerzo, desarrollar la fortaleza que admira en otro. Nadie más que él puede alterar su condición. Ha sido habitual para el hombre pensar y decir. "Muchos hombres son esclavos porque uno es opresor, odiemos al opresor." Actualmente, sin embargo, hay una pequeña y creciente tendencia de invertir dicho juicio y decir, "Un hombre es opresor porque muchos son esclavos; despreciemos a los esclavos." La verdad es que opresor y esclavo cooperan en su ignorancia, y, mientras parece que se afligen el uno al otro, se afligen en realidad a ellos mismos.

Un conocimiento perfecto percibirá la acción de la ley en la debilidad del oprimido y en el poder mal aplicado del opresor; un Amor perfecto, al ver el sufrimiento que ambos estados implica, no condena a ninguno; una Compasión perfecta abraza a ambos, opresor y oprimido. Aquel que ha conquistado a la debilidad, y ha alejado de sí pensamientos egoístas, no pertenece a opresores ni a oprimidos. Él es libre. Un hombre sólo puede elevarse, conquistar y alcanzar el éxito, elevando sus pensamientos. Sólo puede permanecer débil, abatido y miserable al negarse a elevar sus pensamientos.

Antes de que un hombre pueda lograr cualquier meta, aun metas terrenales, debe elevar sus pensamientos por encima del esclavismo animal y la indulgencia. No ha de rendirse, si quiere triunfar, ante su animalidad ni egoísmo, de ninguna manera; pero una parte de él debe, al menos, ser sacrificada. Un hombre cuyo pensamiento principal es de indulgencia animal no puede pensar claramente, ni planear metódicamente; Si no empieza a controlar con valentía sus pensamientos, no está en capacidad de controlar otros asuntos y adoptar responsabilidades serias. No está preparado para actuar de forma independiente y por sí solo.

Pero sólo lo limitan los pensamientos que él escoge. No puede haber progreso ni logro sin sacrificio, y el éxito terrenal de un hombre se logrará en la medida que sacrifique sus pensamientos animales y confusos, y concentre su mente en el desarrollo de planes, y el fortalecimiento de su resolución y auto-confianza. Y mientras más elevados sean sus pensamientos, se convertirá en alguien más valeroso, grande y correcto, mayores serán sus logros, benditos y duraderos serán sus éxitos.

El universo no favorece al codicioso, al deshonesto, al vicioso, aunque superficialmente a veces pareciera hacerlo; ayuda al honesto, al magnánimo, al virtuoso. Todos los grandes Maestros de todas las eras han declarado esto de distintas maneras, y para probarlo y entenderlo el hombre no tiene más que persistir en hacerse más y más virtuoso elevando sus pensamientos. Los logros intelectuales son el resultado de un pensamiento consagrado a la búsqueda del conocimiento, o de la belleza y la verdad en la naturaleza.

Tales logros pueden estar a veces ligados a la vanidad y la ambición pero no son el resultado de estas características; son el resultado natural de un arduo y prolongado esfuerzo, y de pensamientos puros y desinteresados. Los logros espirituales son la consumación de aspiraciones divinas. Aquel que vive constantemente en la concepción de nobles y elevados pensamientos, que vive puro y desinteresado, se convertirá, tan seguro como que el sol alcanza su cúspide, y la luna llega a ser llena, en un hombre sabio y noble de carácter, y se elevará a una posición de influencia y buena fortuna.

El éxito, de cualquier tipo, es la corona del esfuerzo, la diadema del pensamiento.

Con la ayuda del dominio de sí mismo, resolución, pureza, rectitud, y pensamientos bien orientados, el hombre asciende; llevado por la irracionalidad, indolencia, impureza, corrupción, y pensamientos confusos el hombre desciende. Un hombre puede elevarse a grandes hazañas terrenales, e incluso a sublimes altitudes en el mundo espiritual, y descender otra vez a la miseria al permitir que pensamientos arrogantes, egoístas y corruptos lo posean.

Las victorias obtenidas mediante el pensamiento correcto pueden ser conservadas sólo con vigilancia. Muchos cesan sus esfuerzos cuando el éxito está asegurado, y rápidamente caen en la derrota. Todo logro, sea en los negocios, intelectual, o espiritual, son el resultado de pensamientos orientados con definición, están gobernados por la misma ley y por el mismo método; la única diferencia es el objetivo. Aquel que quiera lograr poco ha de sacrificar poco; quien quiera lograr mucho ha de sacrificar mucho; quien quiera lograr grandezas debe sacrificar grandemente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario