viernes, 30 de abril de 2010

El Elefante Encadenado – Los Limites estan solo en el pensamiento

El dia de hoy quiero presentarte a: JORGE BUCAY y te recomiendo leer sus libros, escuchar sus bellos cuentos, historias, etc.
Cuentos como el siguiente que me hicieron despertar mas de una vez de mi inconciencia en la que me encontraba dormido.
Sin mas preambulo, aqui tienen un cuento titulado:
saludos Juan Avalos

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de ellos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe era también el animal preferido de otros niños. Durante la función, la enorme bestía hacía gala de un tamaño, un peso y una fuerza descomunales… Pero después de la actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba sus patas. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la madera era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,podría liberarse con facilidad de la estaca y huir. El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces?. ¿Por qué no huye?. Cuando era niño, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces por el misterio del elefante… Alguno de ellos me explicó que el elefante no huía porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia:”Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan?”. No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca… Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
ele
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó,tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro… Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa, porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
elefante2Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que “no podemos” hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo,no puedo y nunca podré. Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:”No puedo y nunca podré”. Ésto es lo que te pasa, vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en , que no pudo. Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu corazón…¡¡¡Todo tu corazón!!!.
Jorge Bucay


domingo, 25 de abril de 2010

Tu enfermedad es tu Aliada, no tu enemiga.



Tu enfermedad es tu Aliada, no tu enemiga.
Este es un artículo publicado en La Vanguardia del 27/11/2002, es una entrevista antigua pero creo que de gran interés. Entrevista realizada por Victor-M.Amela a Ghislaine Lactot, ex médico y autora del libro "La mafia médica", en el que cuestiona el sistema médico actual.
Tengo 61 años y nací en Montreal (Canadá). Fui médico y hoy soy Ghislaine Lactot médico del alma. Me he divorciado dos veces y tengo cuatro hijos (de 37 a 28 años) y cuatro nietos. ¿Política? ¡Soberanía individual! Cree en ti: eres divino y lo has olvidado. La medicina actual fomenta la enfermedad, no la salud: lo denuncio en mi libro “La mafia médica”.
Estoy griposo, ¿qué me receta?
–Nada.
¿Ni un poquito de Frenadol?
-¿Para qué? ¿Para tapar síntomas? No. ¡Atienda a sus síntomas, escúchese! Y su alma le dará la receta.
Pero, ¿me meto en la cama o no?
–Pregúnteselo usted mismo, y haga lo que crea que le conviene más. ¡Crea en usted!
¡A los virus les da igual lo que yo crea!
–Ah, ya veo: elige usted el papel de víctima. Su actitud es: “He pillado una gripe. Soy víctima de un virus. ¡Necesito medicinas!”.
Pues sí, como todos...
–Pues allá usted... Mi actitud sería: “Me he regalado una gripe. ¡Soy la única responsable! Debo cuidarme un poco”. Y me metería en cama, reposaría, me relajaría, meditaría en cómo me he maltratado últimamente...
¿Se ha “regalado” una gripe, dice?
–¡Sí! Tu enfermedad viene de ti, no viene de fuera. La enfermedad es un regalo que tú te haces para encontrarte contigo mismo.
Pero nadie desea una enfermedad...
–Tu enfermedad refleja una desarmonía interior, en tu alma. Tu enfermedad es tu aliada, te señala que mires en tu alma, a ver qué te sucede. ¡Dale las gracias: te brinda la ocasión de hacer las paces contigo mismo!
Quizá sea más práctica una pastillita...
–¿Hacer la guerra a la enfermedad? Eso propone la medicina actual, y las guerras matan, traen siempre muertes.
No me dirá ahora que la medicina mata...
–¡Un tercio de las personas hospitalizadas lo son por efectos medicamentosos! En Estados Unidos, 700.000 personas mueren al año a causa de efectos secundarios de medicamentos y de tratamientos hospitalarios.
Morirían igual sin medicamentos, oiga.
–No. No si cambiamos el enfoque: la medicina actual ha olvidado la salud, ¡es una medicina de enfermedad y de muerte! No es una medicina de salud y de vida.
¿Medicina de enfermedad? Acláremelo...
–En la antigua China, un acupuntor era despedido si su paciente enfermaba. O sea, ¡el médico cuidaba de la salud! ¿Ve? Toda nuestra medicina es, pues, el fracaso total.
Prefiere medicinas alternativas, pues...
–Respetan más el organismo que la medicina industrial, desde luego: homeopatía (¡será la medicina del siglo XXI!), acupuntura, fitoterapia, reflexoterapia, floriterapia, masoterapia... Son más baratas... y menos peligrosas.
Pero no te salvan de un cáncer.
-¡Dígale eso a la medicina convencional! ¿Te salva ella de un cáncer?
Puede hacerlo, sí.
–Lo que hará seguro es envenenarte con cócteles químicos, quemarte con radiaciones, mutilarte con extirpaciones... ¡Y, encima, cada día aparecen más cánceres! ¿Por qué? Porque la gente vive olvidando su alma (que es divina): la paz de tu alma será tu salud, porque tu cuerpo es el reflejo material de tu alma. Si te reencuentras con tu alma, si la pacificas..., ¡no habrá cáncer!
Palabras bonitas, pero si un hijo suyo tuviese un cáncer, ¿qué haría usted?
–Alimentaría su fe en sí mismo: eso fortalece el sistema inmunitario, lo que aleja al cáncer. ¡El miedo es el peor enemigo! El miedo mina tus autodefensas. ¡Nada de miedo, nada de sumisión al cáncer! Tranquilidad, convicción, delicadeza, terapias suaves...
Perdone, pero lo más sensato es acudir a un oncólogo, a un médico especialista.
–La medicina convencional debiera ser sólo un último recurso, y muy extremo... Y si tu alma está en paz, eso jamás te hará falta.
Bien, pues tengamos el alma pacificada... pero, por si acaso, pongámonos vacunas.
–¡No! Las fabrican con células ováricas de hámster cancerizadas para multiplicarlas y cultivarlas en un suero de ternera estabilizado con aluminio (eso la de la hepatitis B, con su virus): ¿inyectaría usted eso a sus hijos?
Les he hecho inyectar ya varias...
–Y yo a los míos: fui médico, y por entonces no sabía aún todo lo que hoy sé... ¡Pero hoy mis hijos no vacunan ya a sus hijos!
Yo creo que seguiré vacunándolos...
–¿Por qué? La medicina actual mata moscas a martillazos: no siempre muere la mosca, pero siempre rompe la mesa de cristal. Son tantos los dañinos efectos secundarios...
¿Por qué abominó usted de la medicina?
–Yo me hice médico para ayudar. Me dediqué a la flebología, a las varices. Llegué a tener varias clínicas. Pero fui dándome cuenta del poder mafioso de la industria médica, que atenta contra nuestra salud, ¡que vive a costa de que estemos enfermos! Lo denuncié... y me echaron del Colegio de Médicos.
O sea, ya no puede usted recetar...
–¡Mejor! Los medicamentos están fabricados pensando en la lógica industrial del máximo beneficio económico, y no pensando en nuestra salud. Al revés: si estamos enfermos, ¡la mafia médica sigue ganando dinero!
¿Y a quiénes tilda de “mafia médica”?
–A la Organización Mundial de la Salud (OMS), a las multinacionales farmacéuticas que la financian, a los gobiernos obedientes, a hospitales y a médicos (muchos por ignorancia)... ¿Y qué hay detrás? ¡El dinero!
No escoge usted enemigos pequeños...
–Lo sé, pero si me hubiera callado, hubiese enfermado y hoy estaría ya muerta.
¿Cuál ha sido su última enfermedad?
–Hace dos días, ja, ja... ¡una diarrea!
Vaya: ¿qué reflejaba eso de su alma?
–Oh, no sé, no lo he analizado... Me he limitado a no comer... ¡y ya me siento bien!
Pero se pasa mal, ¿eh...?
–Ja, ja... Si la enfermedad te visita, ¡acógela, abrázala! ¡Haz la paz con ella! No salgas corriendo como loco en busca de un médico, de un salvador... Tu salvador vive dentro de ti. "Tu salvador eres tú".
"Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias." (John Lodke)

jueves, 22 de abril de 2010

Sanación Cuántica: Diez Consejos para Retardar el Envejecimiento Deepak Chopra

Deepak Chopra basa su sistema de curación en la medicina Ayurvédica. El Ayurveda, que se originó en la India hace más de 4 mil años, significa en sánscrito “la ciencia de la vida”. Esta medicina hace referencia a una visión integral del ser humano, donde el cuerpo y la mente están estrechamente relacionados y se influencian mutuamente.

El cuerpo se moldea a partir de la conciencia, ya que ésta tiene un potencial enorme para producir cambios en el organismo, como curar enfermedades y retardar el envejecimiento.

Nuestro sistema actual de vida está regido por la gran ilusión de la materia: creemos que ésta, es lo único que existe y que la conciencia es un subproducto de ella. Pero esa concepción está basada en una interpretación sensorial, y está claro que nuestros sentidos físicos no nos permiten percibir la verdadera naturaleza de la realidad. Pensamos que es sólida y estática, cuando en verdad está en permanente cambio.
Esto también es válido para el cuerpo humano, que experimenta un cambio permanente. En menos de un año, se reemplaza el 98% de los átomos del cuerpo, la piel se renueva cada cinco meses, el esqueleto cambia cada tres meses e incluso el ADN, que es donde se inserta nuestro código genético, se reemplaza cada seis semanas: “Uno parece ser el mismo por fuera; sin embargo, es como si se cambiaran continuamente los ladrillos del edificio”.

Pero no debemos confundir el instrumento con el usuario del instrumento.
El cuerpo cambia y se renueva, no es el mismo y, sin embargo, mantiene su identidad, ya que la base de su existencia está más allá de la materia y pertenece al dominio quántico, donde no hay materia, sino sólo inteligencia que organiza la información y es capaz de identificarse y comunicarse con el resto del Universo. La mente, que es el movimiento de la conciencia -o alma-, utiliza energía electromagnética para crear el cuerpo.

Ciertamente, no es posible retroceder la edad cronológica, pero sí es posible revertir el proceso de envejecimiento. Esto significa actuar sobre la edad psicológica (cómo nos sentimos y cómo ejercemos la edad
cronológica) y sobre los 15 marcadores biológicos de ésta: presión sanguínea, tasa metabólica, densidad ósea, regulación de la temperatura, contenido de grasa, capacidad aeróbica, nivel de colesterol, masa
muscular, fuerza muscular, niveles de hormonas sexuales, tolerancia al azúcar, sistema auditivo, visión, inmunidad y estado de la piel.

Investigaciones científicas que se han venido realizando desde hace ya más de 30 años, a partir de la década del 70, han descubierto que cada uno de esos marcadores puede revertirse hasta 15 años. Al igual que en el universo, todo es reciclable en el ser humano: las moléculas y células del cuerpo, las emociones y los pensamientos. El cambio de uno de los marcadores biológicos de la edad produce el cambio de todo el resto de ellos, pero cuando todos éstos cambian a la vez… ¡el cambio ya es exponencial!

Chopra explica que existen diversas técnicas para modificar los marcadores biológicos. Para esto, hay que actuar a nivel del cuerpo físico (conexión, energía o materia, prana o ki en otras tradiciones); del cuerpo sutil (mente, intelecto, ego, ideas, emociones, conceptos, personalidad, auto imagen, etc.) y del cuerpo causal (genera causas y hace que se creen los otros cuerpos, aquí se ubican el alma y el espíritu). Así, desde el cuerpo físico hasta el causal, vamos del tiempo a la eternidad.

Uno de los mejores métodos para conservarse joven y vital es la práctica regular de la meditación, que permite que los niveles hormonales se mantengan altos y no decaigan. La meditación permite conectarse con la fuente primordial de energía del universo -Dios- y realizar algo tan importante como retornar a la memoria del Amor, que es propia del ser humano.

El contacto directo con lo sagrado -por ejemplo, a través de la meditación o la comunión con la naturaleza- proporciona la experiencia máxima de Amor. Se irradia como luz y plenitud, que transforman el cuerpo y las emociones y, por tanto, el mundo que nos rodea.

Diez consejos para retardar el envejecimiento:

1. Cambio de la percepción: Pasar de una visión materialista del universo a una visión integral y espiritual de la vida y la materia.

2. Tiempo: Dejar de vivir preocupados por el mañana o de vivir de los recuerdos y aprender a estar presente y vivir del ahora.

3. Sueño: La mala calidad de sueño acelera el envejecimiento. Lo que importa no es la cantidad, sino la calidad del sueño. La medicina ayurvédica aconseja acostarse sobre las 10:00 de la noche. Estas dos horas antes de la medianoche tienen un efecto reparador mucho mayor que las 6 horas siguientes. Es bueno dormir unas 8 horas y no excederse, si no se obtiene el efecto contrario, debilita.

4. Vigila tu alimentación: De acuerdo con el Ayurveda, el cuerpo se siente satisfecho y en equilibrio cuando tiene acceso a los seis sabores básicos (astringente, dulce, amargo, salado, agrio y picante). Los alimentos deben ser lo más frescos y naturales posibles, porque así aportan mayor cantidad de prana o energía. Además, se deben tomar suplementos nutricionales (multivitamínicos con minerales), ya que aunque tengamos una buena dieta, los necesitamos debido a la gran cantidad de toxinas y de tensiones a las que estamos expuestos diariamente. Curación Cuántica

5. Haz deporte: El yoga, el Tai-Chi o cualquier deporte que nos mantenga activos será bueno para recuperar la relación mente-cuerpo. La mejor forma de integración de ambos es a través de la respiración consciente, que facilita el movimiento energético de lo físico a lo mental.

6. Aprovecharse de los beneficios del Sol. Mirarlo, tomar baños de Sol, etc. Contrariamente a lo que dicen las empresas que venden protectores solares el cuerpo, hay más enfermedades de la piel en países donde casi
no sale el Sol.

7. Eliminar las toxinas: Se deben eliminar las drogas, el alcohol y el humo del cigarrillo, pero también las toxinas emocionales, como miedo, depresión, culpa, enojo e ira, que actúan al nivel del cuerpo sutil.
Desintoxica tu hígado, riñones y colon habitualmente.

8. Amor: Dar y recibir amor estimula el sistema inmunológico. Los tres niveles en que se expresa el amor son verbal (”te quiero”), atencional (escuchar al otro ininterrumpidamente) y afectivo (tocar, acariciar).

9. Creatividad: Aplica tu creatividad. Pinta, escribe, cocina, canta, etc, pero expresa tu creatividad de un modo libre y natural.

10. Mantén tu mente alimentada con lecturas que te hagan crecer interiormente. Ayuda a tu Alma día a día a que se eleve de la materia con lecturas inspiradoras.

EL CUIDADO DE LA VIDA INTERIOR DEL NIÑO

El niño llega al mundo, un mundo conocido a nivel superior de conciencia pero ajeno desde las sensaciones físicas. Un mundo elegido, y como parte de esta elección, encuentra en él a sus padres, seres que ahora aquí en la tierra, representan lo más cercano que ellos vivenciaban de la fuente divina. Sus padres son sus guardianes, todo lo que sea ofrecido por ellos conformará el interior del niño, y su futura postura ante el mundo.

Hay un lugar interior que todo ser humano debiera conservar intacto, puro, colmado de paz y vitalidad. Este lugar es en donde nos refugiaremos cuando algo nos desequilibre. Será un lugar donde inconcientemente reposaremos cuando algo nos altere el estado de bienestar. Simplemente, cuando algo nos suceda, tendremos un lugar interior al cual recurrir, un lugar que no se vio afectado por lo que afuera sucedió.
Será un cuenco de paz interior en el cual nos sostendremos para poder afrontar enteramente aquello que nos afecta. Si encontramos este lugar interior, sea lo que sea que nos suceda, no será tan grande, ni nos desequilibrará desmedidamente. No se producirá la sensación de quebranto interno ni un estado de soledad o desolación.

Este lugar se construye desde los primeros momentos del niño sobre la tierra. ¿Cómo? El niño nace con la conciencia de que el mundo es bondad, amor y armonía. Viene de una fuente de plenitud hacia el mundo físico, mundo que muchas veces se vuelve duro, molesto y doloroso para los más pequeños. Son los padres y el entorno más cercano, los que deben confirmarle al niño que efectivamente lo que espera del mundo es correcto. Que ellos son sus nuevos protectores y dadores de Amor y cuidado. Se confirmarán haciéndoselo sentir a través de su cuidado amoroso y dedicado.
Lo primero que el niño necesita está íntimamente relacionado al cuidado de su cuerpo físico: necesita alimento, higiene, muchas horas de sueño, tranquilidad en el ambiente que lo rodea, contacto. Pero esto no es más que algo superficial, si no se realiza con verdadera devoción hacia este pequeño ser angelical que hoy ha llegado a la tierra y me ha elegido como su guía.
Si el niño tan solo recibe de sus padres el cuidado a modo de deber, sin la verdadera participación interior, sin paciencia, sin amor y disfrute, esto no será suficiente para que se genere en su interior este refugio del cual hablamos al principio.
En cambio si el niño recibe a través de cada acto que se realiza para su cuidado, calma, devoción, entrega amorosa, dedicación y presencia, en su interior se irá construyendo un espacio de paz, sensación de bienestar, cuidado, contención y seguridad ante el mundo y de si mismo ante el mundo.
Si el niño recibe genuino cuidado y dedicación con total entrega por parte del adulto a cada momento como un acto sagrado, en su interior un cuenco de paz y confianza hacia el mundo se irá generando. Este cuenco será el refugio del niño, y en el futuro del adulto, en momentos en los que el mundo lo desestabilice.

Entonces ahora comprendiendo la importancia del cuidado de la vida interior del niño a través de la verdadera entrega por parte del entorno más cercano, es momento de ver qué sucede cuando el niño va creciendo y este cuidado no forma parte de su realidad cotidiana.

Hay dos puntos fundamentales y de preocupación actual que se desprenden del deficiente cuidado de la vida interior del niño.

Intolerancia, poca paciencia, irritabilidad

Si el niño no recibe del entorno, padres, primeros maestros, etc. el cuidado, amor y verdadera entrega que le generará en su interior la confianza de existir, la confianza en el mundo, la alegría y seguridad de estar vivo; ese cuenco paz interior, silencio y armonía, difícilmente sienta estos estados de la nada. Él nace con la conciencia de que el mundo es bondad, amor y paz pero si lo de afuera le indica otra cosa, esta conciencia va transformándose, generándose en su interior desconfianza, temor en estado de latencia e intranquilidad, que es igual a un estado de no paz, no quietud, no confianza ante la vida.

En estos casos, el cuenco que debería empezar a formarse en los primeros años, no se forma. El niño comienza a crecer con un estado interior alterado, irritado, incómodo. Este niño no sabe lo que es estar tranquilo, pues nadie lo supo guiar hasta allí, él sabe que el mundo es bastante duro, que debe estar alerta, debe saber defenderse, moverse y hacer un esfuerzo por encontrar el bienestar afuera de él.
El niño no tiene un lugar donde reposar dentro de si mismo, donde encontrar estabilidad emocional y asistencia ante los hechos desagradables de la vida cotidiana. Podría decirse que el niño no se percibe como una integridad en bienestar. Se percibe como partes separadas, unidas por un minúsculo cabello de Ángel.

Si algo le sucede a este niño, si en la escuela recibe un daño a su ánimo, si en la casa su padre lo regaña o le pide silencio y quietud, si se lastima o se golpea, rápidamente el “equilibrio” se rompe. Se quebranta su momentáneo estado de tranquilidad, todo se vuelve grande, muy pesado. Este niño no tiene donde recurrir, llora desgarradamente, grita sin consuelo, vive los limites como una dureza insostenible. No soporta el daño pues no tiene un lugar dentro de él donde refugiarse y encontrar y reconfirmar que todo es pasajero, que la paz perdura pese a lo hechos superficiales. Este niño tiene poca tolerancia ante la negación del mundo, ante los límites naturales de él. No puede soportar la injusticia, porque no conoce que finalmente pese a lo que suceda, adentro está la paz y el equilibrio.

En definitiva no hay sentimiento de integridad, hay partes por aquí y partes por allí que forman el todo del niño en una estabilidad muy sensible, y cualquier hecho que toque esta estabilidad, la rompe y el niño vuelve a sentir que el mundo no es bueno con él.
Cualquier malestar parece un problema existencial para este niño.

Y he aquí la palabra que le es muy difícil vivenciar a los niños con el estado alterado del sentido de la vida: La tolerancia.
Tolerancia hacia lo que le sucede, paciencia para saber esperar, paciencia para poder entender que las cosas no siempre son como deseo. Tolerancia al mundo de afuera.
Si el niño no tolera su interior, ¿cómo podrá tolerar lo que recibe de afuera como “daño”? Si el niño no conoce la quietud interna, ¿cómo podrá tener una postura paciente ante el mundo que le dice hasta acá, espera un momento?
¿Cómo podrá amar la vida si en su interior tiene inconcientemente un registro de que existir muchas veces duele?. ¿Cómo podrá escuchar y tener paciencia, si dentro de él no hay un lugar donde él pueda reposar mientras espera?.

Podré escuchar al prójimo, prestar atención y considerar su idea más allá de que comparta o no su enfoque a través de mi calma interior y paz. Estando en un sano lugar interior, tendré la capacidad de mirar hacia afuera y poder aceptar la diferencia. Pero si primero no hay una aceptación interior, y hay en su lugar un deseo inconciente de huir de mi mismo, ¿cómo podré abrazar lo que esté fuera de mí?

Este niño en general percibe en su interior caos, desorden, separación, en vez de sentir paz interior, sensación de integridad y registro de que el mundo es bueno y cálido con él, lo cual le permitiría contemplar, esperar confiadamente, sentir seguridad de si mismo y de lo que sucede afuera.

Es fundamental que el niño confirme día a día que el mundo es bueno, ¿cómo? A través del cuidado, amor, entrega y dedicación plena y sincera por parte del adulto. Y principalmente, a través de la tolerancia del adulto ante lo que el niño manifieste.

Hiperactividad

Como ya hemos dicho, si el niño cada vez que está en silencio, cada vez que está quieto, cada vez que llega la noche y debe ir a dormir, su conciencia se va hacia adentro y comienza a registrarse intranquilo; si cuando comienza a registrar su interior nota que allí no hay un refugio donde sostener su quietud y silencio, y hay en cambio un sentir desordenado, inconforme, inseguro, querrá evitar de todas las maneras posibles sentirse. Entonces estos niños no se permitirán estar en silencio, no se permitirán estar quietos, irán de aquí para allá inconformes, queriendo constantemente llevar su conciencia hacia afuera. No quieren sentirse porque eso les da terror, les hace sentir que están desprotegidos. Se alteran, se mueven, no se permiten el silencio, se vuelven adictos a la TV, a los juegos de computadora, a la música, todo esto los distrae y los mantiene en una conciencia artificial, no propia.
No pueden mantener la concentración porque nuevamente su conciencia se va hacia adentro, y adentro lo que hay no es bello, no es paz.

En relación a este tema Henning Köhler dice en el libro “Niños temeros, tristes e inquietos”: “Durante el día la ocupación esencial de dichos niños es el rechazo al cansancio, y de por si, el rechazo, la oposición a todas las formas de serenidad y calma, puesto que durante el estado de tranquilidad la conciencia es llevada, conducida al propio cuerpo, y si los sentimientos que se producen son desagradables, los niños comienzan a moverse excesivamente, a correr, a charlar o a producir ruidos, a toquetear, a morderse las uñas, a hacer muecas. A menudo estos niños hasta desarrollan tics nerviosos. Prefieren un entorno ruidoso porque así desvían su atención.
Estos niños son torpes, se lastiman constantemente. No miden sus movimientos, se golpean o golpean por sus brutas sacudidas.”

Y como hemos dicho anteriormente, un buen aliado para evitar sentir lo que nos pasa es dormir la conciencia ante la TV o la computadora, y también consumir excesivamente golosinas y dulces. Muchos niños encuentran en todo esto un respiro, por un pequeño instante una sensación de paz, de salud física y anímica, lo sienten gracias a estos medios pero claro que es transitorio, y además esto no produce ningún bien profundo.
Todo lo hacen para no sentirse internamente. Si no estoy en paz internamente, evitaré sentir mi interior.

A estos niños se los conoce comúnmente como niños hiperactivos.
De más está aclarar que la hiperactividad puede darse a consecuencia de múltiples y variadas situaciones que pueden guiar o provocar en el niño dicho estado. Aquí estamos hablando de algo fundamental, que si se conoce, podrá marcar un principio de ayuda en la problemática del niño.

Lamentablemente cada vez aumenta más el número de niños con esta conciencia alterada, y no se trata de buscar culpables, muchas veces los padres se esfuerzan por darle concientemente lo más apropiado al niño y aun así esto aparece.
Seres humanos, adultos, todos lo sabemos también, no solo le sucede al niño, hoy esto es un problema social.
Hoy en día la intolerancia ante la diferencia, la impaciencia ante un cambio, la irritabilidad, el no saber escuchar, el no poder comprender el proceso del otro, es moneda corriente. A menudo los seres humanos no toleran la libertad del otro, las elecciones y caminos que difieren al mío. Pareciera que ser o hacer algo diferente es un defecto y hay que evitarlo o forzarlo a que sea como yo creo.
El mundo también está hiperactivo, vive en la superficie, no puede bajar porque ha perdido de vista lo esencial. Si se mira hacia adentro muchas veces no se encuentra nada, todo es difuso en la profundidad, es más seguro mantenerse sujeto a la superficie, por lo menos mi interior aquí arriba no se encontrará amenazado.

Muchas veces los adultos están enredados en una compulsividad, trabajan y trabajan sin tener horas de descanso, inclusive muchas veces salen de sus trabajos y encienden el televisor o realizan compulsivamente una actividad tras otra. Hasta muchas veces este insostenible vacío genera una ansiedad tal que causa adicciones al cigarrillo, bebidas alcohólicas, drogas, etc. Sin notarlo parte de la humanidad está caminando en círculo sin evolucionar, sin reflexionar, y muchas veces sin mirar los ojos de sus niños.
Pero sin irse a tal extremo, aunque lamentablemente exista, en general lo que mayormente sucede es que los adultos se encuentran constantemente irritados, no saben descansar, contemplar, reposar, sentir bienestar, no hacer “nada”. Deben hacer porque si no hacen, lo que sienten no es bello, no es armónico, no les produce bienestar. El cuenco interior no está o bien está tapado de inseguridad y miedo. Puede que, como estamos elaborando ahora, este estado interior no haya sido conquistado durante la niñez, pero ahora siendo adultos tenemos la capacidad de observarnos, y de la observación podemos reconocer qué parte nuestra está insana, necesita cuidado y atención.
Muchas veces el adulto hiperactivo exige al niño que no lo sea. Muchas veces el adulto intolerante, que no sabe esperar, que no tiene paciencia y que está la mayor parte del tiempo alterado por esto o aquello, le exige al niño quietud, concentración, paciencia.

Nos han enseñado a enseñar así de la palabra hacia afuera, pero los niños de hoy nos muestran que ya no sirve. Puede que generaciones anteriores a través de la prohibición, el castigo, el regaño, la amenaza, el miedo o la dureza hayan impuesto al niño lo que debe ser y hacer mas allá de lo que el adulto es, pero ¿cuánto tiempo este niño que se lo fuerza a ser bueno, a estar quieto, a estar callado, a estar atento, puede conservar este “aprendizaje” una vez que los adultos no lo miran? A menudo, fuera del entorno familiar estos niños estallan sin medida, o bien estos niños en su adultez les cuesta enormemente saber cómo ejercitar la conciencia, solo saben obedecer reglas.

Ahora todo se vuelve un poco más sutil, no importa la información, el deber, la moral impuesta, ellos perciben directamente el interior del adulto, y eso manifiestan.

Cómo crecer como adultos. Cómo ayudar a estos niños

Todo, por más incorporado y fijado que parezca estar, puede revertirse y ser cambiado. Sólo es cuestión primero de reconocer cuál es el tema a trabajar, después trabajar sobre la aceptación verdadera y total de ello, para luego poner en práctica las herramientas apropiadas para ayudar a mejorar cada caso.
Para los niños que tienen alterada su interioridad, hay que ofrecerle posibilidades que fortalezcan y colaboren con la sana maduración de su interior.
Concretamente estamos hablando de prestar especial atención al cuidado del cuerpo del niño con un cariñoso, genuino y entregado contacto físico.
También hablamos de la alimentación, hablamos del cuidado y la responsabilidad en la alimentación. Aquí hay que considerar que el niño no sólo se alimenta de los nutrientes sino de la energía con la cual fue hecho dicho alimento. Es por eso que como adultos debemos estar presentes y consientes de la disposición que tenemos en la elaboración de todo lo que le ofrecemos al niño.

No hay que olvidar la sensibilidad de los Niños de Hoy, y que todo lo que sucede lo veamos o no, tiene un eco en su interior. Cuando hablamos de cuidado muchas veces olvidamos cuidar las sutilezas, siendo estas muchas veces las que más afectan a la vida anímica del niño. Considerar el cuidado de lo sutil es una tarea diaria.
El ritmo, ofrecerle al niño contención en los esquemas cotidianos hogareños: Respetar la hora de sueño, la hora de la cena o almuerzo, el momento del juego, el momento de hacer la tarea de la escuela, el momento del cuento. Es importante que el niño se sienta contenido en lo que recibe. Si por ejemplo una noche se acuesta a una hora, al día siguiente se acuesta a otra, y cada día es algo totalmente desordenado, esto no colabora favorablemente con su desorden interno. Todo lo contrario, este desorden interno encuentra afinidad en lo arrítmico, y a menudo el niño puede acentuar su desequilibrio sin nosotros notar que la causa es el desorden que se le ofrece en lo que recibe cotidianamente en el hogar.
Pero, queridos adultos, continuando con lo sutil, hay algo aquí fundamental, muchas veces no importará tanto QUÉ se le ofrezca sino CÓMO usted lo haga: Con qué energía, con qué predisposición, con qué amor, con qué delicadeza, con qué alegría, con qué disfrute, desde dónde, desde qué parte suya. Medite sobre su actitud cotidiana ante el niño tanto si es padre, maestro o terapeuta.
En el caso del hogar las preguntas a reflexionar serían: ¿Con qué energía y disposición anímica cocino sus alimentos? ¿Con qué alegría lo acompaño a dormir, o le leo un cuento? ¿Con qué entusiasmo le enseño y explico la tarea de la escuela? ¿Con que vibración salen las palabras de mi boca cuando le explico algo o le pongo un límite?

¿Cómo es usted con el orden? ¿se siente ordenado internamente? ¿Cómo es el orden de los horarios de la casa?
Hablemos acerca de esto…

El cuidado de la vida interior del niño

Estamos hablando de un nuevo paradigma, ya no hablamos de lo que debemos y no debemos, de lo correcto o incorrecto, los nuevos niños nos sumergen en las profundidades de nosotros mismos aunque no querramos. Nos dicen, nos piden que miremos nuestra alma primero, para luego poder cuidar la suya.

El niño, ya desde el momento en que es concebido debiera percibir del entorno y de su madre el mensaje, la vibración de: “te amo, te cuido, ven tranquilo, aquí la vida es bella”.
Luego al nacer cuando el cuerpo le resulta incomodo, el cuidado del adulto y el contacto le deben confirmar este mensaje: “si duele pasará, si lloras hay un consuelo y un abrazo, si estas incómodo en mis brazos encontrarás paz, duerme que te cuido, con toda mi aura te envuelvo.”
Es como ir moldeando con la fuerza del amor, con la quietud espiritual, con el contacto seguro y tranquilo, un cuenco de arcilla en su interior, sutil pero fuerte, colmado de ánimo, fuerza y seguridad de existir.

Estamos hablando de superar el discurso moral de bien y mal, además recordando que no sólo alcanza con ser aquel ejemplo superficial que muestra al niño mediante su accionar las cualidades de lo que este debe copiar de él. Esto es un gran paso, podría decirse que es el primer paso cuando aun no se ha conquistado algo mayor, pero si elevamos más nuestra búsqueda encontraremos una nueva ley pedagógica.
Estamos siendo guiados hacia una actitud más elevada de nosotros mismos: ¿Qué vibra el adulto cuando le habla al niño o cuando busca ser su ejemplo?

Esto es lo nuevo: Lo que el adulto vibre en su accionar, traspasa el accionar y se vuelve esencia permeable al niño. Si queremos enseñar al niño lo que es la calma, el adulto debe saber conquistarla interiormente primero. Sentir su recogimiento, su concentración, su propio cuenco primero. Y si nota que no lo tiene o está dañado, debe transformarse responsable y alegremente en su propio escultor moldeando su cuerpo y su interior como arcilla, trabajando en sí mismo con sinceridad como un niño.

Si conozco el camino que lleva a la paz podré guiar otros a su encuentro.

Pero en general ¿Qué es lo que sucede? Esto niños movedizos, inquietos, irritables, intolerantes sacan rápidamente del eje al adulto. Ante los recurrentes estados de estos niños, rápidamente el adulto se vuelve intolerante e irritable también. Ambos vibran en la misma frecuencia.
Los niños sacan a flote lo que está más allá del mensaje que damos para educar.

Paciencia, estado sereno y calmo, capacidad de contemplación y quietud, escucha atenta y abierta, es lo que necesitarán estos niños como trato.
Y para que el sentir paciente y calmo surja espontáneamente por parte del adulto, antes de querer cambiar al niño, se debe el adulto poder sentirse, aceptarse y aceptar.

Primero me miro, me reconozco y me acepto. Después miro al niño, lo reconozco y lo acepto. Y de la aceptación SIEMPRE SURGE LA PAZ. Abrazo al niño con mi paz, y pese a lo que haga, lo invito con movimientos cálidos, con serenidad en mi voz a volver a si mismo. Con un cuidado diario y periódico de su interior, el niño comenzará a construir su propio cuenco.

Cuando dejamos de negar y luchar contra lo que queremos cambiar, cuando surge la verdadera aceptación, todos ustedes lo saben, en algún momento lo han podido notar, sorpresivamente algo empieza a cambiar. ¿Qué cambia? ¿Cambio yo o cambia el otro? No hay separación, la unidad que formamos con el otro hace que todo movimiento interior sea percibido afuera de mí y cause una transformación.
Además, cuando aparece la paciencia, aparecen nuevas herramientas que tan lejanas parecían cuando estaba corrido de mi eje. Ahora puedo jugar con el niño aunque este se enoje con facilidad, ahora puedo mantenerme sereno cuando en la mesa en niño se torna movedizo e intranquilo. Puedo esperar que se le pase, no tengo apuro. Ahora puedo leerle un cuento aunque parezca no escucharme, puedo mantener mi concentración aunque parezca en vano. Ahora puedo hablarle a su alma, desde mi más profunda paz, y más aun, puedo sin hablar mostrarle lo que es la Paz.

La Belleza de Creel Chihuahua. Mex


Lago Arareco En Creel Chihuahua
esta hermosura de lago la tenemos en chihuahua
espero que cuando puedan venir, no desaprovechen ir a visitarla.

Este lago esta rodeado de grandes piedras y a su alrrededor esta lleno de grandes pinos, realmente esta muy bello