lunes, 2 de agosto de 2010

COMPRENDER EL DUELO



El dolor por la pérdida de un ser querido es una de las experiencias más duras que los seres humanos tenemos que vivir. Es el precio del amor.

No se puede crecer sin sufrir. El dolor tiene diversos rostros: puede estar provocado por la irresponsabilidad humana y por circunstancias fortuitas e imprevisibles, pero está inscrito en la ley misma de la naturaleza. Las víctimas y familiares de Accidentes de Tráfico, de Atentados Terroristas, de Malos Tratos, de Adicciones, de Enfermedades físicas o psíquicas, de Desempleo, Mobbing, Separaciones, etc… La dinámica del desprendimiento es una constante de la vida humana. La persona crece en la medida en que acepta creativamente el principio de la separación y de la pérdida como condición necesaria para vivir.Nadie puede saber cómo reaccionará ante una pérdida hasta que no se encuentra frente a ella.




Las condiciones de vida dificiles y sus pruebas no son un castigo de Dios. Sufrir una pérdida es como forjar un hierro candente, es la ocasión que nos es dada para crecer y la única razón de nuestra existencia. Se crece cuando se acepta el sufrimiento intentando comprenderlo. Surge una transformación. Si se escucha la voz interior y el propio saber interno, que con relación a uno mismo es el más importante, entonces, uno no se engañará y sabrá lo que debe hacer con su vida. Es necesario tomar consciencia y no tener miedo. Abriéndonos a la espiritualidad y la comprensión. El sufrimiento entra en contacto con nuestro yo, con nuestro ser profundo. Quitarnos el miedo, la negatividad. Tomar la vida como un reto, como un lugar de exámen para poner a prueba nuestras capacidades internas y nuestra fuerza. La casualidad no existe. Dios no es alguien que castiga y condena;somos nosotros mismos los que tenemos ocasión de juzgarnos.El Dios en quien yo creo no nos manda el problema, sino la fuerza para sobrellevarlo. No se debe luchar contra el dolor, ya que tiene su función. Al no tener resistencia, se realiza la transformación necesaria. Esta es la verdad que se descubre al final del camino de las lágrimas: "Que los duelos son imprescindibles para nuestro crecimiento personal, que las pérdidas son necesarias para nuestra maduración y que ésta a su vez nos ayuda a recorrer el camino, madurar es aprender a soltar".


"En el proceso de duelo, uno siente dolor de cuerpo, y dolor del alma; Nos duele el pasado, el presente y el futuro, que en estos momentos vemos incierto".
Nos duele la definitividad de la pérdida. La intensidad del duelo no depende de la naturaleza del ser perdido, sino del valor que se le atribuye en nuestra vida.



El duelo tiene las siguientes características:

- Es inevitable.

- Comporta sufrimiento:No se debe eludir el itinerario necesario para reentrar en la vida, pospone y prologa el dolor. En la elaboración del duelo, la palabra clave es "proceso", no progreso o mejoría.

Hay distintas etapas de un proceso de elaboración del duelo: entre las más conocidas se encuentras las fases determinadas por Elizabeth Kubler-Ross:

- Repulsa: Rechazo de la verdad.

- Rebelión: Reconocimiento de la verdad.

- Negociación: Compromiso con la verdad.

- Depresión: Abatimiento ante la verdad.

- Aceptación: Reconciliación con la verdad.



Debemos darnos tiempo, y confiar en nuestros recursos para salir adelante.Es necesario Aprender a Vivir de nuevo, sin la persona que hemos perdido, ya que sentimos que una parte de nosotros, ha muerto.





Los sentimientos tienden a condicionar los humores, las actitudes y las decisiones.Conectar con ese sufrimiento a veces es como atravesar un desierto, y cuando se está inmerso en él parece no que no tiene fin. Hay días en los que parece que se está mejor, pero vuelve de nuevo el estado de angustia. Se podría decir que más que vivir, durante un período de tiempo se sobrevive


La superación del duelo: En general, se puede afirmar que se ha superado el duelo cuando existe la capacidad de recordar y de hablar de la persona amada sin llorar ni desconcertarse y cuando se es capaz de establecer relaciones nuevas y de aceptar los retos de la vida.